Cada vez tienen mayor poder de decisión sobre algunos temas: eligen su ropa o incluso el lugar de vacaciones. Pero hay ámbitos donde están sobreprotegidos, al punto de no hacerse responsables, por ejemplo, si no hacen las tareas o sacan malas notas.
malas notas.
Más de una decena de correos de agradecimiento recibió la tía Consuelo por informar vía mail a los apoderados del 6° básico las pruebas de la semana y la campaña social del mes. Los papás estaban felices: era la manera de ejercer el control sobre sus hijas y de hacerse cargo. Después de todo, una mala nota duele en el bolsillo que paga una suculenta mensualidad. Y si falta el litro de aceite de la campaña solidaria, la mirada de reprobación apunta a los papás.
Ese esquema se repite en muchos padres que asumen la mochila de sus hijos a cuestas. Porque si bien los niños han ganado espacios de autonomía y decisión en diversos ámbitos -eligen su ropa, sus regalos y hasta el destino familiar de las vacaciones-, los deberes parecen tarea pendiente.
"Los niños eran los hijos del rigor hace 20 años. Nadie les preguntaba nada. Ahora los padres se fueron al otro extremo y son papás-amigos. Eso es nefasto para cualquier proceso educativo", dice Ricarda von Dessauer, coordinadora de nivel inicial del Colegio alemán Thomas Morus, y lanza una advertencia: si no pueden asumir pequeñas tareas, la pregunta es cómo lo harán con grandes responsabilidades en su espalda.
"No es el papá el que debe hacerse cargo", dice Verónica Pérez, sicóloga de la UDD. Su trabajo es modelar hábitos de autonomía y responsabilidad desde una edad temprana. "Pero como tienen menos tiempo para estar presentes, les resulta más fácil hacer ellos una tarea que estar al lado guiando el ejercicio", agrega. Pérez tiene una explicación: el exitismo atemoriza a los padres ante la posibilidad de un fracaso y sobreprotegen intelectualmente los niños de la alta exigencia escolar. Pero no reparan en que el niño puede sentir que no es capaz y ganar inseguridad. "Los padres tienen que aprender a tolerar las causas de un bajo rendimiento", insiste la sicóloga.
Esto implica aguantar comunicaciones y llamadas de alerta del colegio si el niño incumple o le va mal. Los colegios deben tener herramientas para ayudar a los niños y los papás, acompañar el proceso: al terminar 2° básico, el niño debiera recordar y hacer sus tareas.
Un dato: "Si uno toma los resultados de los países top en la prueba de Pisa, los estudiantes dicen en los cuestionarios que son autónomos y responsables del proceso educativo", dice Daniel Contreras, antropólogo y consultor de Unicef.
SOLTARLOSContreras explica que autonomía y responsabilidad van de la mano: la capacidad de elegir conlleva hacerce cargo de la decisión. Y culturalmente, en los últimos 20 años se ha instalado la idea de que el desarrollo de los niños requiere producir autonomía, "pero como sociedad no hemos sabido trasladar esos procesos de autonomía en todos los ámbitos".
Hay más escenarios en conflicto. Contreras ejemplifica con los padres que se angustian y tienen como tarea en la agenda resolver el fin de semana de sus hijos, al punto de querer cubrir todos los espectros del desarrollo con actividades. "Los papás sienten una presión genuina y legítima por darles las mejores herramientas para triunfar, porque el éxito requiere de muchas habilidades. Pero ser competente no se logra sin autonomía".
Los padres sienten que los modos tradicionales de crianza son insuficientes. Pero su estilo incorpora los desafíos que impone la sociedad y también sus temores, por ejemplo, a los espacios públicos.
Llegará un día en que el niño querrá irse caminando solo al colegio. Ir a la plaza a jugar con sus amigos y sin la mamá. Una niña pedirá que la dejen ir a un mall a juntarse con sus amigas cuando asome la preadolescencia. Y la respuesta no puede ser siempre un no. "Hay una edad en que el niño empieza a tener iniciativa y quiere descubrir. Si coarto ese ánimo, voy educando un niño apagado, abúlico y sin motivaciones. Hay que darles oportunidades y dejarlos que corran riesgos medidos", explica Juan Pablo Westphal, sicólogo de Clínica Santa María. Que el padre tenga desarrollado el juicio de la realidad no quiere decir que traspase sus miedos a los niños, sino que mida los riesgos para abrirle el camino. "Si hay un no, que sea por un riesgo real. Si no, hay que soltarlo", insiste Westphal. Soltarlo significa que aprenda a responsabilizarse en el espacio público con sus propias experiencias. Pero no significa abandonarlos en esa tarea: "eso es horfandad, no autonomía", dice Contreras. ¿Qué hacer? Reconocer terreno con ellos: la plaza, el mall o el camino al colegio y educar el autocuidado. Sólo así llegará el momento de dejarlo ir.
LOS PASOS DE LA AUTONOMÍA INFANTILNo me tomes la mano: Al entrar al kinder (5 años), los niños ven que sus pares no van de la mano de sus padres y querrán irse solos. Hay que darles otras señales de seguridad para amortiguar el desapego. Decirle, por ejemplo, "te voy a estar esperando cuando salgas". Quiero dormir en la casa de un amigo: Las primeras veces va a llamar para que lo vayan a buscar porque echa de menos. Entonces, en un principio hay que dejarlo ir solo unas horas. Nunca decirle: "como te tuve que ir a buscar, no vas más". Hay que darle más oportunidades. Me quiero ir caminando solo al colegio: Si la distancia es adecuada, a los 10 u 11 años no hay problema: los padres deben medir los riesgos pero no traspasarle su inseguridad al niño o decir no por temores poco realistas. Los padres deben hacer el recorrido con el niño y educar el autocuidado. Quiero ver programas para adultos en TV: El argumento "a mis amigos los dejan" no vale: nadie como los padres sabe que deben ver sus hijos en TV. Las razones deben ser bien explicitadas e incluso es buena idea invitarlo a ver una película más adulta acompañado por uno.Voy a salir solo con mis amigos: Primero, asegurarse de conocer a esos amigos. Segundo, saber dónde van. Si es un lugar público, ir juntos primero y aclarar qué está permitido: asegurarse que el hijo tiene incorporado cómo evitar riesgos. Si no tiene celular, hay que pasarle el propio. A los 12 está bien.
malas notas.
Más de una decena de correos de agradecimiento recibió la tía Consuelo por informar vía mail a los apoderados del 6° básico las pruebas de la semana y la campaña social del mes. Los papás estaban felices: era la manera de ejercer el control sobre sus hijas y de hacerse cargo. Después de todo, una mala nota duele en el bolsillo que paga una suculenta mensualidad. Y si falta el litro de aceite de la campaña solidaria, la mirada de reprobación apunta a los papás.
Ese esquema se repite en muchos padres que asumen la mochila de sus hijos a cuestas. Porque si bien los niños han ganado espacios de autonomía y decisión en diversos ámbitos -eligen su ropa, sus regalos y hasta el destino familiar de las vacaciones-, los deberes parecen tarea pendiente.
"Los niños eran los hijos del rigor hace 20 años. Nadie les preguntaba nada. Ahora los padres se fueron al otro extremo y son papás-amigos. Eso es nefasto para cualquier proceso educativo", dice Ricarda von Dessauer, coordinadora de nivel inicial del Colegio alemán Thomas Morus, y lanza una advertencia: si no pueden asumir pequeñas tareas, la pregunta es cómo lo harán con grandes responsabilidades en su espalda.
"No es el papá el que debe hacerse cargo", dice Verónica Pérez, sicóloga de la UDD. Su trabajo es modelar hábitos de autonomía y responsabilidad desde una edad temprana. "Pero como tienen menos tiempo para estar presentes, les resulta más fácil hacer ellos una tarea que estar al lado guiando el ejercicio", agrega. Pérez tiene una explicación: el exitismo atemoriza a los padres ante la posibilidad de un fracaso y sobreprotegen intelectualmente los niños de la alta exigencia escolar. Pero no reparan en que el niño puede sentir que no es capaz y ganar inseguridad. "Los padres tienen que aprender a tolerar las causas de un bajo rendimiento", insiste la sicóloga.
Esto implica aguantar comunicaciones y llamadas de alerta del colegio si el niño incumple o le va mal. Los colegios deben tener herramientas para ayudar a los niños y los papás, acompañar el proceso: al terminar 2° básico, el niño debiera recordar y hacer sus tareas.
Un dato: "Si uno toma los resultados de los países top en la prueba de Pisa, los estudiantes dicen en los cuestionarios que son autónomos y responsables del proceso educativo", dice Daniel Contreras, antropólogo y consultor de Unicef.
SOLTARLOSContreras explica que autonomía y responsabilidad van de la mano: la capacidad de elegir conlleva hacerce cargo de la decisión. Y culturalmente, en los últimos 20 años se ha instalado la idea de que el desarrollo de los niños requiere producir autonomía, "pero como sociedad no hemos sabido trasladar esos procesos de autonomía en todos los ámbitos".
Hay más escenarios en conflicto. Contreras ejemplifica con los padres que se angustian y tienen como tarea en la agenda resolver el fin de semana de sus hijos, al punto de querer cubrir todos los espectros del desarrollo con actividades. "Los papás sienten una presión genuina y legítima por darles las mejores herramientas para triunfar, porque el éxito requiere de muchas habilidades. Pero ser competente no se logra sin autonomía".
Los padres sienten que los modos tradicionales de crianza son insuficientes. Pero su estilo incorpora los desafíos que impone la sociedad y también sus temores, por ejemplo, a los espacios públicos.
Llegará un día en que el niño querrá irse caminando solo al colegio. Ir a la plaza a jugar con sus amigos y sin la mamá. Una niña pedirá que la dejen ir a un mall a juntarse con sus amigas cuando asome la preadolescencia. Y la respuesta no puede ser siempre un no. "Hay una edad en que el niño empieza a tener iniciativa y quiere descubrir. Si coarto ese ánimo, voy educando un niño apagado, abúlico y sin motivaciones. Hay que darles oportunidades y dejarlos que corran riesgos medidos", explica Juan Pablo Westphal, sicólogo de Clínica Santa María. Que el padre tenga desarrollado el juicio de la realidad no quiere decir que traspase sus miedos a los niños, sino que mida los riesgos para abrirle el camino. "Si hay un no, que sea por un riesgo real. Si no, hay que soltarlo", insiste Westphal. Soltarlo significa que aprenda a responsabilizarse en el espacio público con sus propias experiencias. Pero no significa abandonarlos en esa tarea: "eso es horfandad, no autonomía", dice Contreras. ¿Qué hacer? Reconocer terreno con ellos: la plaza, el mall o el camino al colegio y educar el autocuidado. Sólo así llegará el momento de dejarlo ir.
LOS PASOS DE LA AUTONOMÍA INFANTILNo me tomes la mano: Al entrar al kinder (5 años), los niños ven que sus pares no van de la mano de sus padres y querrán irse solos. Hay que darles otras señales de seguridad para amortiguar el desapego. Decirle, por ejemplo, "te voy a estar esperando cuando salgas". Quiero dormir en la casa de un amigo: Las primeras veces va a llamar para que lo vayan a buscar porque echa de menos. Entonces, en un principio hay que dejarlo ir solo unas horas. Nunca decirle: "como te tuve que ir a buscar, no vas más". Hay que darle más oportunidades. Me quiero ir caminando solo al colegio: Si la distancia es adecuada, a los 10 u 11 años no hay problema: los padres deben medir los riesgos pero no traspasarle su inseguridad al niño o decir no por temores poco realistas. Los padres deben hacer el recorrido con el niño y educar el autocuidado. Quiero ver programas para adultos en TV: El argumento "a mis amigos los dejan" no vale: nadie como los padres sabe que deben ver sus hijos en TV. Las razones deben ser bien explicitadas e incluso es buena idea invitarlo a ver una película más adulta acompañado por uno.Voy a salir solo con mis amigos: Primero, asegurarse de conocer a esos amigos. Segundo, saber dónde van. Si es un lugar público, ir juntos primero y aclarar qué está permitido: asegurarse que el hijo tiene incorporado cómo evitar riesgos. Si no tiene celular, hay que pasarle el propio. A los 12 está bien.
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