martes, 13 de octubre de 2009

¿Cómo saber si un colegio ayudará a mis hijos?


Teorías educativas hay muchas y algunas francamente buenas y que aportan buenos resultados, sin embargo ninguna me ha parecido tan sensata y de un sentido común aplastante como una que escuché hace años.
Es muy sencilla y dice que lo primero que debe tener en las prioridades una institución educativa son los padres de familia, en segundo lugar a los maestros y en tercer lugar, pero no menos importante, a los alumnos.
Parece que es un contrasentido, ya que quienes van a ser educados en el colegio son precisamente los niños y no los padres de familia ni los maestros o profesores que ya recibieron en su tiempo la formación que les correspondía a su época y a su edad. Sin embargo no es así.
Los padres de familia hemos sido y seguimos siendo los principales factores de la educación de los hijos, por la sencilla razón de que el niño capta de manera natural las enseñanzas de los padres. Juan Manuel Serrat, que no es pedagogo sino compositor y cantante, dice en uno de sus temas que “les vamos transmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción”.
Los padres educamos a todas horas y en todo momento
Los padres educamos en todo momento: en nuestra manera de comportarnos en familia, en nuestro estilo de reprender y de reconocer que algo está bien hecho, en la manera como nos comportamos en la mesa. Con nuestro trabajo y con nuestro descanso. Con las actitudes que tomamos al estar contentos o hasta eufóricos y la forma que tenemos de estar preocupados o hasta tristes y abatidos. Todo, absolutamente todo, es asimilado por los hijos de manera tan espontánea como natural y eso se reflejará tarde o temprano en su comportamiento.
De nosotros aprenden a respetar, a cumplir los compromisos, a reclamar lo que o se considera justo, a exigir nuestros derechos o a hacer dejación de ellos. Sin siquiera decírselos de manera explícita, damos permanentemente una lección de pudor, de prudencia, de tolerancia, de comprensión con la manera que tenemos de comportarnos en casa.
Y eso queda en la mente y en el corazón de los hijos para siempre: lo bueno y lo malo. Lo que es digno de haberse aprendido y lo que valdría la pena haber corregido.
Quienes tejen y quienes destejen en la educación
En muchas ocasiones, los educadores se encuentran con la barrera insalvable de la contradicción entre lo que se inculca en el colegio y lo que los niños aprenden en la familia. Es el eterno lienzo de Penélope: lo que el colegio teje de ocho de la mañana a dos de la tarde, la familia, o los amigos, o la TV se encargan de destejerlo en el resto del día.
Por ello, si ustedes quieren elegir una buena institución educativa para los hijos, pregunten qué atención reciben los padres de familia. Se sorprenderá al ver que en muchas de las instituciones le ponen cara de extrañeza, como si se hubiera usted equivocado de sitio y no correspondiera hacer ahí esa pregunta.
Si en cambio hay con frecuencia diálogos entre los maestros y los padres, o si con periodicidad se dan charlas o cursos formativos a los padres, entonces conviene poner atención a esa institución, ya que quiere decir que habrá entendido que para construir, primero hay que cimentar.
La importancia de tratar de ser mejores cada día
Si en el colegio le llegan a hacer alguna recomendación, le conviene atenderla ya que los maestros y profesores tienen un sentido especial para percibir en los niños actitudes que proceden del comportamiento de los padres, y si quieren corregirlas, a quien primero deben advertir es a los padres.
Cuántas veces al corregir a los padres se corrigen por consecuencia los defectos en los niños. Si sus hijos ven cada día el esfuerzo que ustedes, papá y mamá, hacen para ser puntuales, tenga la plena seguridad de que ellos serán puntuales.
Si los niños advierten que ustedes procuran entender el punto de vista del otro, pueden estar convencidos de que los hijos serán comprensivos y tolerantes. Pero si en casa advierten explosiones de violencia ante el menor inconveniente o el menor desacuerdo, ellos repetirán el esquema de manera natural.
Aquí hay una sugerencia clara para nosotros los padres de familia: si queremos hijos optimistas, proactivos, emprendedores, tratemos nosotros mismos de serlo. Indudablemente que con la plena conciencia y la madurez del hijo viene también la plena libertad de seguir o no los ejemplos familiares y ellos tendrán que ejercer esa libertad. Y en el ejercicio de la libertad de elegir, seguramente cometerán errores y equivocaciones.
Pero las actitudes aprendidas desde niño forman un sedimento que los acompañará para siempre. Por ello la receta es clara: ¿quieren hijos ordenados? , traten de serlo ustedes mismos.
¿Quieren hijos deportistas y participativos, capaces de asumir riesgos medidos? Traten ustedes mismos de no encerrarse en la comodidad de la casa y participen en actividades del colegio, del fraccionamiento, de la ciudad.
¿Quieren saber si ese colegio ayudará efectivamente a sus hijos? Conozcan lo que hacen por los padres de familia.


Fuente:

Desdelared

13/10/09



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