miércoles, 21 de octubre de 2009

Por qué las adolescentes están bebiendo tanto



Especialistas en adicciones señalan que los padres prestan más atención a los hijos porque suponen que ellas no toman, pero en sólo cuatro años la cifra de chicas alcohólicas creció 400%

FUTURO OSCURO. Los chicos que ahora beben hasta perder la conciencia, serán dependientes del alcohol cuando sean adultos (Foto: LUIS CORTES EL UNIVERSAL )

A diario, Adriana llegaba borracha y drogada a casa. Pasó un año sin que nadie se diera cuenta. Su madre lo descubrió cuando la chica de 16 años le pidió ayuda. “Después de un año de cubrir con todo tipo de mañas mi adicción, no pude más y se lo confesé a mi mamá; ella me preguntó: ‘¿tú tomas?’”, cuenta.
“Le expliqué que pasó sin darme cuenta comencé a beber con los amigos. Me sentía sola, creía que mi mamá no me quería. Sentía un vacío y el estado que conseguía, primero con el alcohol y luego con las drogas, me hacía sentir momentáneamente bien”, reconoce.

Con la adicción vino de todo. Cometió robos. Se denigró. Perdió identidad. Agregó trastornos mentales y terminó con la confianza de sus padres. Fue la vergüenza de la familia. “Nunca creí que la escena de mis cuates sacándome cargando de las fiestas terminaría aquí, en un grupo de doble AA. No me di cuenta cuando pasó”, expresa Adriana.


Dos años después, sigue en el grupo y relata su historia junto con otros jóvenes que, como ella, apenas alcanzan la mayoría de edad. Es guapa, estudia la preparatoria y trabaja sin que nadie vigile su regreso a casa, por aquello de que se pueda desviar con las malas amistades.

Severos daños a la salud

El Centro Nacional contra las Adicciones (Conadic) advierte que si los secuelas del abuso del alcohol son graves en los adultos, en los menores de edad los daños son aún peores. Sus cerebros no terminan de desarrollarse y ya se están cayendo de borrachos. Son altamente vulnerables a convertirse en futuros alcohólicos por beber desde la adolescencia. Que ingieran una droga como el alcohol cuando su desarrollo cerebral termina hasta los 21 años es peligroso. El problema va más allá de beber hasta intoxicarse, de vomitar cada fin de semana o bajarse la borrachera con tacos o café para que sus padres no se den cuenta del estado en que llegan.

Que beban alcohol tan jóvenes les asegura dependencia en un futuro. Les puede originar más de 60 enfermedades y la travesura de salir en brazos de las fiestas ya tiene repercusiones: cada año crece la cifra de accidentes automovilísticos, les ocasiona la muerte, trastornos mentales y violencia, además de producir bebedores que tocan fondo antes de los 18 años y que ahora cuentan su historia en doble A.

Conadic dice que el problema es imparable. Los adolescentes de hoy consumen 30% más alcohol que los de hace 10 años. No es asunto de sólo citadinos, la misma tendencia se repite en ciudades urbanas y de provincia. No se han hecho estudios en todo el país, pero en la Secretaría de Salud están conscientes de que lo mismo ocurre en una pequeña ciudad de San Luis Potosí que en el Distrito Federal o Monterrey.

“Las cifras son reveladoras, más de la mitad de los adolescentes entre 12 y 17 años han consumido alcohol a pesar de que la venta y distribución está prohibida a menores de 18 años”, dice José Manuel Castrejón, director de vinculación sectorial del Conadic.

Ellas, las nuevas adictas
El nuevo reto para las autoridades está en las mujeres, pues lo asombroso es el crecimiento de 400% de adolescentes alcohólicas en cuatro años, según el Conadic. Ya para 2003 las mujeres menores de edad habían alcanzado a los hombres en su forma de beber. Y sólo tardaron tres años más para que las cifras las colocaran en el top de la gráfica. Ahora las chicas consumen más que ellos.
En el Conadic han detectado que los padres no las alertan. “Los padres ponen más atención en sus hijos varones, por tener la falsa idea de que son vulnerables al alcohol y descuidan a sus hijas al grado de pasar más de un año sin que se den cuenta que tienen en casa a una adolescente con un problema de alcoholismo”, asegura José Castrejón.

Lo preocupante, dice, es que ahora, en población adulta, uno de cada 10 alcohólicos es mujer; cuando las niñas de hoy crezcan la cifra será alarmante.

Pero todo está diseñado para que los adolescentes beban. Hay oferta de bebidas alcohólicas a unos pasos de las escuelas, en reuniones sociales, en fiestas y hasta en su propia casa.
Se bebe en nacimientos, cumpleaños, graduaciones, partidos de futbol, fiestas religiosas, velorios, en las derrotas. “Los mexicanos relacionamos el alcohol con todo”, dice el especialista del Conadic.

Es histórico. Desde la llegada de los españoles los mexicanos comenzaron a incrementar su consumo de alcohol, desde entonces siempre ha sido en exceso. “El consumo per cápita de alcohol es más alto en España o Francia y aunque ellos beben diario, sólo toman una copa y nosotros cada ocho días, pero en grandes cantidades. Tan sólo en Estados Unidos el consumo per cápita es de 8.9 y el de México 5.4, pero la mortalidad por cirrosis en el país vecino es de 11.6% y en el nuestro de 48.6%”, explica.


El especialista indica que en México la gran flexibilidad de los padres, las leyes sensiblemente violables que permiten la venta de alcohol a menores, los problemas económicos, la falta de oportunidades y las depresiones, se esconden detrás del consumo de alcohol.

“A pesar de los daños históricos que ha causado el alcoholismo, sigue siendo una enfermedad negada para los mexicanos”, dice Castrejón.

El secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, calculó, en la conferencia “El alcoholismo como causa de muerte prematura, discapacidad por accidentes laborales y su repercusión en otras enfermedades”, que los jóvenes beben por ocasión entre 5 y 24 tragos.

Aseguró que el consumo excesivo aumenta el riesgo de alteraciones psicológicas y de comportamiento, que se traducen en violencia y accidentes automovilísticos que ponen en riesgo la vida.

Las repercusiones
Al menos 50% de los delitos son cometidos por personas que ingirieron alcohol y 30% de quienes se suicidan lo hicieron intoxicados; 25% de quienes vistan una sala de urgencias llegan borrachos, accidentados o porque se cayeron y abrieron alguna parte del cuerpo.
El error, dice José Castrejón, es dejarlos ir a su casa luego de atenderlos sin canalizarlos a un centro Nueva Vida o a un grupo de doble A, pues “es obvio que alguien que se cae de borracho tiene problemas con su forma de beber”.

El alcoholismo es causa de la mitad de los casos que se atienden por problemas psiquiátricos y aumenta 13 veces la posibilidad de que la persona consuma drogas ilegales, además, la cirrosis hepática por alcoholismo es la tercera causa de muerte en hombres.

Provoca 60 enfermedades que van desde cáncer en boca, esófago, laringe, hígado y mama, hasta traumatismos por accidentes; altera la conciencia, permite crisis convulsivas, anemia, hepatitis, cirrosis, pancreatitis, gastritis, gota, osteoporosis, alteraciones en le ciclo hormonal, arritmias, neumonía y otras.

La prevención
El gobierno federal ha regulado y controlado la publicidad de productos con alcohol, al menos eso dijo Córdova Villalobos en la conferencia: “Se publicó la Norma Oficial Mexicana para el control del alcohol de uso médico de altas concentraciones a fin de que se utilice para consumo humano y se hace una estricta vigilancia para evitar la venta informal, como se demuestra con el decomiso en 2008 de seis millones de litros de alcohol adulterado”.
Explicó que se amplía la red de servicios de atención a las adicciones y se apoya a los grupos de ayuda mutua como la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos.

Sin embargo, para el especialista del Conadic, el secreto está en la prevención. “No podemos esperar hasta que los jóvenes lleguen a doble A, porque eso significará que ya tocó fondo”.

Señala que los alcoholímetros han funcionado muy bien para disminuir las cifras de accidentes viales, ya que desalientan manejar en estado de ebriedad.

México ocupa el lugar 11 en alcoholismo en el mundo, de acuerdo con los datos de una encuesta realizada en 18 países; 70.2% de la población no bebe o lo hace de forma limitada, 0.8% consume alcohol diario, 26.6% lo hace en ocasiones pero en grandes cantidades y en 5.3% es frecuente.

Hoy uno de cada 10 pesos que gasta el gobierno federal en salud se destina a tratar padecimientos asociados con el abuso del alcohol. La cifra aún no es suficiente cuando casi 5 millones de mexicanos son alcohólicos.


Fuente:

El Universal

21/ 10/09
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