Jueves 16 de Julio de 2009 08:50 En muchas ocasiones los padres suelen presionar a sus hijos para que obtengan logros deportivos, a pesar de que son pequeños. La actitud genera más problemas que triunfos.
Gritan, alientan, se enojan y hasta lloran cuando el resultado no es favorable. Los padres suelen ser los hinchas más fervientes del equipo en el que juegan sus hijos. Y algunos los presionan tanto que los niños llegan a querer abandonar el deporte.Los expertos sostienen que esto suele suceder en aquellas familias donde el papá pretende ver realizados en sus hijos aquellos logros que él no pudo alcanzar durante su juventud. Este problema se percibe en casi todas las actividades físicas, pero principalmente en el fútbol, en el rugby y en el básquet.Ricardo Solbes dirige escuelas de fútbol infantil. Este ex jugador de San Martín de Tucumán explicó que la presión que ejercen los adultos genera retraimiento en muchos chicos. "Hasta los 10 años no hay que presionarlos. A los 12 ya se vislumbra si quiere jugar o no. Hay que dejar que ellos mismos decidan qué deporte les gusta, porque las presiones pueden generar en ellos un rechazo", afirmó.ValoresSolbes dijo que durante la niñez es preferible inculcarles valores como el respeto y el compañerismo antes que la competencia. "Nosotros les recomendamos que, antes que nada, estudien y que el deporte sea un complemento. Pero para el chico es muy difícil soportar las presiones que ejercen los adultos. Incluso, muchos están más pendientes de lo que les dice el padre que del técnico del equipo. Es que muchos papás creen que si el hijo triunfa se van a salvar económicamente", sostuvo.El médico deportólogo Carlos Maldonado afirmó que la exigencia física desmedida es negativa para la salud de los chicos. "El alto rendimiento físico sólo es practicado por el 0,3 % de la población. Si el chico se alimenta bien, descansa y tiene paz psicofísica, va a regresar al siguiente entrenamiento en buen estado. Pero el estrés es muy malo para la salud del menor", aclaró.Maldonado recordó una anécdota: "estábamos en Las Vegas minutos antes de que comience una pelea de box por el título mundial. De pronto, el boxeador al que yo asistía me dijo que a él no le gustaba el boxeo, sino el enduro. Yo no sabía qué hacer y le pregunté por qué había elegido este deporte si no era el que prefería. Y el me dijo que su hermano mayor quería que lo practicara y que, como era bueno, se dedicó a esto. Esta historia demuestra hasta dónde pueden llegar las presiones".El médico recomendó a los padres que dejen que sus hijos elijan el deporte que quieran practicar. "Si el chico no se decide rápidamente, no hay que presionarlo. El solo va a decidir qué es lo que gusta. La ayuda de algún psicólogo especializado puede servir. De todos modos, lo último que debe pretender el papá es que su hijo sea lo que él no pudo ser", afirmó.Complemento y no cargaLa psicóloga Carmina Varela, coordinadora en Tucumán del Centro Gestáltico San Isidro, afirmó que esta situación incide sobre la autoestima del chico, sobre la apreciación que tiene de sí mismo. "Esto tiene que ver con una valoración entre quién debería ser y quien soy realmente. Cuando los papás son modelos demasiado rígidos y establecen ideales muy difíciles de alcanzar, la valoración del niño o del adolescente sobre sí mismo va a ser negativa", explicó.Los expertos sostienen que el deporte debe ser un complemento importante para el desarrollo del chico, pero que nunca debe transformarse en una carga difícil de llevar, porque ocasionará problemas físicos y psicológicos.
Para los padres
Hacerle entender al hijo que el deporte es una actividad recreativa y de aprendizaje, no una competencia pura.Hay que ayudar al chico a disfrutar de la actividad física y no proyectar miedos en él.El niño debe entender que en la práctica de un deporte no se ponen en juego cuestiones personales.Evitar reprobarlo si fracasa.Nunca hay que pretender que el chico cumpla con las metas que los padres dejaron pendientes en la juventud.Felicitarlos siempre por su esfuerzo aunque no haya logrado un resultado positivo.
Gritan, alientan, se enojan y hasta lloran cuando el resultado no es favorable. Los padres suelen ser los hinchas más fervientes del equipo en el que juegan sus hijos. Y algunos los presionan tanto que los niños llegan a querer abandonar el deporte.Los expertos sostienen que esto suele suceder en aquellas familias donde el papá pretende ver realizados en sus hijos aquellos logros que él no pudo alcanzar durante su juventud. Este problema se percibe en casi todas las actividades físicas, pero principalmente en el fútbol, en el rugby y en el básquet.Ricardo Solbes dirige escuelas de fútbol infantil. Este ex jugador de San Martín de Tucumán explicó que la presión que ejercen los adultos genera retraimiento en muchos chicos. "Hasta los 10 años no hay que presionarlos. A los 12 ya se vislumbra si quiere jugar o no. Hay que dejar que ellos mismos decidan qué deporte les gusta, porque las presiones pueden generar en ellos un rechazo", afirmó.ValoresSolbes dijo que durante la niñez es preferible inculcarles valores como el respeto y el compañerismo antes que la competencia. "Nosotros les recomendamos que, antes que nada, estudien y que el deporte sea un complemento. Pero para el chico es muy difícil soportar las presiones que ejercen los adultos. Incluso, muchos están más pendientes de lo que les dice el padre que del técnico del equipo. Es que muchos papás creen que si el hijo triunfa se van a salvar económicamente", sostuvo.El médico deportólogo Carlos Maldonado afirmó que la exigencia física desmedida es negativa para la salud de los chicos. "El alto rendimiento físico sólo es practicado por el 0,3 % de la población. Si el chico se alimenta bien, descansa y tiene paz psicofísica, va a regresar al siguiente entrenamiento en buen estado. Pero el estrés es muy malo para la salud del menor", aclaró.Maldonado recordó una anécdota: "estábamos en Las Vegas minutos antes de que comience una pelea de box por el título mundial. De pronto, el boxeador al que yo asistía me dijo que a él no le gustaba el boxeo, sino el enduro. Yo no sabía qué hacer y le pregunté por qué había elegido este deporte si no era el que prefería. Y el me dijo que su hermano mayor quería que lo practicara y que, como era bueno, se dedicó a esto. Esta historia demuestra hasta dónde pueden llegar las presiones".El médico recomendó a los padres que dejen que sus hijos elijan el deporte que quieran practicar. "Si el chico no se decide rápidamente, no hay que presionarlo. El solo va a decidir qué es lo que gusta. La ayuda de algún psicólogo especializado puede servir. De todos modos, lo último que debe pretender el papá es que su hijo sea lo que él no pudo ser", afirmó.Complemento y no cargaLa psicóloga Carmina Varela, coordinadora en Tucumán del Centro Gestáltico San Isidro, afirmó que esta situación incide sobre la autoestima del chico, sobre la apreciación que tiene de sí mismo. "Esto tiene que ver con una valoración entre quién debería ser y quien soy realmente. Cuando los papás son modelos demasiado rígidos y establecen ideales muy difíciles de alcanzar, la valoración del niño o del adolescente sobre sí mismo va a ser negativa", explicó.Los expertos sostienen que el deporte debe ser un complemento importante para el desarrollo del chico, pero que nunca debe transformarse en una carga difícil de llevar, porque ocasionará problemas físicos y psicológicos.
Para los padres
Hacerle entender al hijo que el deporte es una actividad recreativa y de aprendizaje, no una competencia pura.Hay que ayudar al chico a disfrutar de la actividad física y no proyectar miedos en él.El niño debe entender que en la práctica de un deporte no se ponen en juego cuestiones personales.Evitar reprobarlo si fracasa.Nunca hay que pretender que el chico cumpla con las metas que los padres dejaron pendientes en la juventud.Felicitarlos siempre por su esfuerzo aunque no haya logrado un resultado positivo.
Fuente:
La Gaceta
16/07/09
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