Durante casi un mes los chicos estarán en casa. Al margen de repasar todo lo aprendido, los padres podrán recuperar el valor del juego.
13 de julio de 2009
A partir del decreto de emergencia sanitaria por la gripe A, el receso escolar de invierno se extendió cerca de un mes. Qué hacer con los chicos en casa es la pregunta que más se escucha de boca de los padres que ya saben que durante un mes tendrán a sus hijos sin asistir a la escuela. La primera tarea que tiene el adulto es explicarles a los niños que “estos días no son vacaciones”, sino un tiempo para quedarse en casa con el fin de tomar los cuidados necesarios para prevenir el contagio de la gripe porcina (más correctamente, A H1N1), y eso requiere la colaboración de todos. Esta posición implica que las escuelas tomen también la responsabilidad de plantearles trabajos a sus alumnos. Claro que también las mismas se habrán ajustado a las realidades sociales y la situación económica que atraviese a las instituciones. A la hora de planificarles tareas a los alumnos, una de las cuestiones a no perder de vista era que el objetivo de la tarea no es otro que revisar lo aprendido. Esto supone volver sobre lo aprendido, complementar con distintas actividades lo que se había enseñado. Así, no se debía plantear dar temas nuevos. A partir de esto, el rol pedagógico habrá que sostenerlo desde casa y el adulto será responsable de hacer valer este cuidado. En mayor o menor grado, de acuerdo con las edades de los chicos, la presencia de un adulto que siga cómo trabajan es necesaria. Más allá de continuar con determinadas tareas escolares, el anuncio de suspender las clases con la recomendación de evitar la aglomeración de gente –como espectáculos, hipermercados o partidos–, pone a los padres frente a un escenario en el que tendrán la oportunidad de desarrollar el ingenio para recuperar el juego, la comunicación y la creatividad. Recrear un tiempo libre diferente para los chicos durante este receso escolar obligado por la pandemia de gripe A será el desafío de muchos padres. En principio, es recomendable mantener una rutina ordenada de horarios, no ajustada al ritmo escolar, pero que mantenga a los niños organizados. Se puede hacer más flexible sin abandonar pautas que establezcan los tiempos para realizar las tareas, para mirar televisión, para navegar por internet o para realizar otras actividades diarias que se propongan como juegos, lectura de libros, entre otras. Es importante además tener presente que no hay que temerle al aburrimiento y llenarlos de tareas: los vacíos pueden ser momentos interesantes para que los chicos desarrollen sus propias ideas, despierten la imaginación y la creatividad. Construir juguetes, recuperar los juegos tradicionales y organizar itinerarios lúdicos integrando a los abuelos son algunas de las ideas que se pueden recorrer, para un tiempo libre diferente. Como sugerencia se puede hacer un listado de todos los juegos que conocen los hijos, los padres y los abuelos, a manera de disparador, para empezar a dejar de pensar en lo que no se puede hacer y sí en lo que se puede. Esto requiere de una actitud lúdica por parte del adulto. Es muy importante dar consignas y abrir el abanico de posibilidades. Para los más chiquitos habrá que pensar en la casa como un taller y aprovechar cada día de la semana para construir juegos y juguetes (trompos, baleros, juegos de mesa, disfraces, caretas o títeres), modelar arcilla o pintar, en lo que podría llamarse el taller de plástica, utilizando diferentes materiales: masa, cartones, envases, retazos. En tanto, para los más grandes también hay opciones más allá del videojuego o la conexión en redes sociales que tanto atraen a los adolescentes, como hacer entre todos un listado de películas para ver o leer historietas o buscar en internet los “juegos cooperativos” o “juegos del mundo” y animarse a recorrer otros desafíos. Tener a mano algunas actividades donde se propone el uso de la palabra escrita y hablada puede permitir encarar proyectos conjuntos: crear un álbum familiar con anécdotas y comentarios, escribir notas y apuntes donde expresen cómo se imaginan en el futuro, por ejemplo, dentro de diez años, armar libros caseros con papel, lápices y una cartulina para la portada. Estos trabajos estimulan la imaginación, contribuyen a afianzar el hábito de la lectura en los niños y favorecen la comunicación en el grupo familiar. Este receso puede ser el momento para ordenar cajones, rincones y reubicar juguetes, pero con actitud creativa. La computadora y la televisión también pueden ser aliadas si somos creativos para hallar páginas de acertijos, juegos lógicos y enigmas y programas de interés para los chicos. Darles vida a muñecos, chatarra, libros y revistas y buscar lugares nuevos para ellos puede ser una actividad para todas las edades. Esta vez, el verdadero desafío para los padres pasará por aceptar más ruido y más desorden en casa. Muchos ya han asumido que este año no será como otros y desarrollaron estrategias diferentes para enfrentar la coyuntura, como organizarse en conjunto para que una persona esté atenta a las necesidades de los chicos de un mismo edificio o vecindario. *Psicóloga, directora del espacio La Cigüeña,www.espaciolc.com.ar
13 de julio de 2009
A partir del decreto de emergencia sanitaria por la gripe A, el receso escolar de invierno se extendió cerca de un mes. Qué hacer con los chicos en casa es la pregunta que más se escucha de boca de los padres que ya saben que durante un mes tendrán a sus hijos sin asistir a la escuela. La primera tarea que tiene el adulto es explicarles a los niños que “estos días no son vacaciones”, sino un tiempo para quedarse en casa con el fin de tomar los cuidados necesarios para prevenir el contagio de la gripe porcina (más correctamente, A H1N1), y eso requiere la colaboración de todos. Esta posición implica que las escuelas tomen también la responsabilidad de plantearles trabajos a sus alumnos. Claro que también las mismas se habrán ajustado a las realidades sociales y la situación económica que atraviese a las instituciones. A la hora de planificarles tareas a los alumnos, una de las cuestiones a no perder de vista era que el objetivo de la tarea no es otro que revisar lo aprendido. Esto supone volver sobre lo aprendido, complementar con distintas actividades lo que se había enseñado. Así, no se debía plantear dar temas nuevos. A partir de esto, el rol pedagógico habrá que sostenerlo desde casa y el adulto será responsable de hacer valer este cuidado. En mayor o menor grado, de acuerdo con las edades de los chicos, la presencia de un adulto que siga cómo trabajan es necesaria. Más allá de continuar con determinadas tareas escolares, el anuncio de suspender las clases con la recomendación de evitar la aglomeración de gente –como espectáculos, hipermercados o partidos–, pone a los padres frente a un escenario en el que tendrán la oportunidad de desarrollar el ingenio para recuperar el juego, la comunicación y la creatividad. Recrear un tiempo libre diferente para los chicos durante este receso escolar obligado por la pandemia de gripe A será el desafío de muchos padres. En principio, es recomendable mantener una rutina ordenada de horarios, no ajustada al ritmo escolar, pero que mantenga a los niños organizados. Se puede hacer más flexible sin abandonar pautas que establezcan los tiempos para realizar las tareas, para mirar televisión, para navegar por internet o para realizar otras actividades diarias que se propongan como juegos, lectura de libros, entre otras. Es importante además tener presente que no hay que temerle al aburrimiento y llenarlos de tareas: los vacíos pueden ser momentos interesantes para que los chicos desarrollen sus propias ideas, despierten la imaginación y la creatividad. Construir juguetes, recuperar los juegos tradicionales y organizar itinerarios lúdicos integrando a los abuelos son algunas de las ideas que se pueden recorrer, para un tiempo libre diferente. Como sugerencia se puede hacer un listado de todos los juegos que conocen los hijos, los padres y los abuelos, a manera de disparador, para empezar a dejar de pensar en lo que no se puede hacer y sí en lo que se puede. Esto requiere de una actitud lúdica por parte del adulto. Es muy importante dar consignas y abrir el abanico de posibilidades. Para los más chiquitos habrá que pensar en la casa como un taller y aprovechar cada día de la semana para construir juegos y juguetes (trompos, baleros, juegos de mesa, disfraces, caretas o títeres), modelar arcilla o pintar, en lo que podría llamarse el taller de plástica, utilizando diferentes materiales: masa, cartones, envases, retazos. En tanto, para los más grandes también hay opciones más allá del videojuego o la conexión en redes sociales que tanto atraen a los adolescentes, como hacer entre todos un listado de películas para ver o leer historietas o buscar en internet los “juegos cooperativos” o “juegos del mundo” y animarse a recorrer otros desafíos. Tener a mano algunas actividades donde se propone el uso de la palabra escrita y hablada puede permitir encarar proyectos conjuntos: crear un álbum familiar con anécdotas y comentarios, escribir notas y apuntes donde expresen cómo se imaginan en el futuro, por ejemplo, dentro de diez años, armar libros caseros con papel, lápices y una cartulina para la portada. Estos trabajos estimulan la imaginación, contribuyen a afianzar el hábito de la lectura en los niños y favorecen la comunicación en el grupo familiar. Este receso puede ser el momento para ordenar cajones, rincones y reubicar juguetes, pero con actitud creativa. La computadora y la televisión también pueden ser aliadas si somos creativos para hallar páginas de acertijos, juegos lógicos y enigmas y programas de interés para los chicos. Darles vida a muñecos, chatarra, libros y revistas y buscar lugares nuevos para ellos puede ser una actividad para todas las edades. Esta vez, el verdadero desafío para los padres pasará por aceptar más ruido y más desorden en casa. Muchos ya han asumido que este año no será como otros y desarrollaron estrategias diferentes para enfrentar la coyuntura, como organizarse en conjunto para que una persona esté atenta a las necesidades de los chicos de un mismo edificio o vecindario. *Psicóloga, directora del espacio La Cigüeña,www.espaciolc.com.ar
Fuente:
Diario Uno
13/07/09
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