Desde que nacemos nuestros padres van tomando decisiones por nosotros. Muchas de ellas son acertadas, y en principio tomadas en busca de nuestro bienestar.
Con el tiempo y conforme el hijo madura, los padres tienen que transitar por el crecimiento interior de descubrir el misterio de su independencia, pero sobre todo la independencia de su deseo.
Esta no es una tarea fácil, pues los padres se sienten dueños y hacedores de este hijo y no toleran la idea de la diferencia e independencia de éste.
Llevado a extremos, esta situación se torna sumamente amenazante cuando el hijo elige una posición profesional en la vida que no coincide con la del padre o la madre.
”Esa carrera no tiene futuro” suelen decir, y es que muchas veces la profesión elegida por el adolescente resulta inadecuada para los padres, quienes amenazan con quitar su apoyo económico e incluso emocional.
Esto termina constituyéndose un chantaje afectivo que afecta la libertad del hijo y siembra resentimiento y odio entre ambos.
Los padres podemos opinar y ayudar o no a nuestros hijos pero basados en realidades económicas o de principios, más no basados en una intolerancia por las diferencias, que busca el sometimiento del hijo para redención de los complejos del padre/madre.
Con el tiempo y conforme el hijo madura, los padres tienen que transitar por el crecimiento interior de descubrir el misterio de su independencia, pero sobre todo la independencia de su deseo.
Esta no es una tarea fácil, pues los padres se sienten dueños y hacedores de este hijo y no toleran la idea de la diferencia e independencia de éste.
Llevado a extremos, esta situación se torna sumamente amenazante cuando el hijo elige una posición profesional en la vida que no coincide con la del padre o la madre.
”Esa carrera no tiene futuro” suelen decir, y es que muchas veces la profesión elegida por el adolescente resulta inadecuada para los padres, quienes amenazan con quitar su apoyo económico e incluso emocional.
Esto termina constituyéndose un chantaje afectivo que afecta la libertad del hijo y siembra resentimiento y odio entre ambos.
Los padres podemos opinar y ayudar o no a nuestros hijos pero basados en realidades económicas o de principios, más no basados en una intolerancia por las diferencias, que busca el sometimiento del hijo para redención de los complejos del padre/madre.
Fuente:
Radio RPP
21/08/09
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