NARUTO Shippuden, universo Warcraft, demonio de Sakkara, USG Ishimura, equipo Alpha... ¿Le dicen algo? Si es adulto, seguramente no. En realidad, son sólo parte de los ingredientes de algunos de los videojuegos más vendidos. Un mundo que suena a chino a la gran mayoría de los padres pese a que conviven con él a diario. Como concluye un estudio de la asociación Protégeles y la Asociación Española de Madres y Padres Internautas (AEMPI), el 69% de los menores se divierte habitualmente con juegos de consola o videojuegos. Nada sorprendente. Lo curioso es que los progenitores desconocen los contenidos de esos juegos. Hasta tal punto que sus hijos creen que si estuvieran al tanto, no les dejarían, según el citado informe.
¿Por qué? Básicamente porque más de la mitad maneja títulos con contenidos violentos. La clave está en la clasificación por edades. Y, en la mayoría de los casos, se obvia. «Por lo general, los videojuegos se compran sin referencias; los hijos los piden porque los compañeros los tienen», advierte el psicólogo Luis Torres, coordinador del centro BIEM, que dirige Rocío Ramos-Paul (conocida como la 'Supernnany') y que acaba de elaborar la 'Guía de Pokémon para padres'. El objetivo es contribuir a acortar distancias entre jóvenes y mayores, y ofrecer unas pautas a los adultos para sacar provecho al tiempo de ocio de los más pequeños, que en verano es mucho. Para muestra, un dato: apenas uno de cada diez padres juega alguna vez con sus hijos. Estos días de vacaciones es buen momento para empezar.
«Hay que perderle el miedo al lenguaje de las nuevas tecnologías; el videojuego aparece tarde o temprano en la vida del niño, así que lo mejor será acercarnos a él en lugar de prohibirlo», aconseja Torres, partidario de que los padres «se incluyan en el tiempo de ocio de los hijos para participar de ese hobby en común y aprovechar ese momento para relacionarse, ahora que el tiempo es un bien escaso».
De hecho, el reloj es clave. Como recomienda el Proyecto Educativo Ciudad de Barcelona en su guía para la elección y el uso de videojuegos, lo aconsejable es ayudar a los hijos a ser conscientes del tiempo que dedican, estableciendo prioridades. Dos horas al día entre ver televisión, videoconsola y ordenador puede servir de pauta, según los psicólogos de BIEM.
Una actividad social
Pero además de controlar el tiempo y conocer el contenido, otra de las pautas es procurar que el videojuego sea una actividad social. Según el profesor de la Universidad de Navarra Fernando García, «así se fomenta el contacto y se reduce la probabilidad de acabar 'enganchado'». «Para los padres, es la mejor manera de comprobar si aquello es bueno o malo y de aconsejar a los hijos», puntualiza. Internet puede servir de ayuda. En YouTube, se pueden encontrar cortes de cualquier videojuego, lo que permite hacer una primera valoración.
La edad crítica va de los 13 a los 17 años. «Es cuando están madurando y cuando más vigilantes hay que estar», observa Zatarain. De ahí su recomendación de que los padres participen en la compra. «Se sigue pensando que el videojuego es para niños y muchos entran en casa sin tener idea los padres», considera el especialista, que advierte además de que estos productos «se suelen vender por plataformas y no por categoría de edad». A pesar de la existencia de un código específico: el PEGI, que avisan de la idoneidad de determinado juego por categorías: para mayores de tres años, siete, doce, dieciséis o dieciocho. Además, un grupo de iconos matiza sus contenidos: referencia a drogas o sexo, material que puede favorecer la discriminación, lenguaje soez, representaciones violentas o aspectos que pueden suscitar miedo.
No debe ser peligroso
Teniendo en cuenta las reglas, no hay por qué preocuparse. «Hay que huir de la idea de que el videojuego es peligroso», comenta José Luis Zatarain. Con él coincide Fernando García, para quien «además de divertir, fomenta la adquisición de habilidades intelectuales y psicomotoras». «Tiene un importante potencial educativo: puede estimular la lógica, el desarrollo de estrategias encaminadas a la resolución de problemas o la tolerancia», añade el profesor, fundador de Civértice, grupo de investigación integrado por universidades y centros de enseñanza media cuyo principal objetivo es conocer mejor la relación del público infantil y juvenil con las nuevas tecnologías.
Eso no quiere decir que haya que «mirar para otro lado». Sólo hay que saber elegir. Para los especialistas del Proyecto Educativo Ciudad de Barcelona, el videojuego permite desarrollar las habilidades sociales, aumentar la autoestima y estimular la creatividad y la capacidad de expresión y atención, entre otras cualidades. Algunos padres empiezan a darse cuenta, atraídos por las novedades. «Las nuevas consolas han permitido la incorporación a aquellos que nos resistíamos», destaca Fernando García. De hecho, cada vez es mayor la gama de productos destinados a jugar en grupo y con temáticas que se adecúan a todas las edades.
No en vano, según datos de la Asociación Española de Distribuidores y Editores de de Software de Entretenimiento, entre los videojuegos más vendidos se encuentran muchos familiares. Véase toda la gama Wii o los deportivos, tipo 'Pro Evolution Soccer' o 'FIFA 09'. Por supuesto, a la cabeza se encuentran 'Pokemon' y 'Mario Kart'. Eso por no hablar del interés que ha suscitado Nintendo DS, tanto entre grandes como entre pequeños. 'El profesor Layton' y 'Brain training' son algunos de los favoritos.
Fuente:
Sur.es
14/08/09
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