Es uno de los momentos más esperados en una relación, pero también un período de estrés y de crisis matrimonial por la que pasa la mayoría. Expertos entregan pautas para sortear los problemas de esta etapa y salir fortalecidos. Débora Gutiérrez A.
Las cifras y numerosos estudios lo avalan: la llegada del primer hijo suele impactar la relación de pareja. Por eso, muchos autores, como John Gottman, uno de los más destacados especialistas en terapia de pareja del mundo, hablan de este período como la "crisis del primer hijo".
En efecto, cuando nace el primogénito, 66% de las parejas sufre una brusca caída de la felicidad. Las posibilidades de conflicto en la relación aumentan ocho veces después de tener al niño, reveló un estudio de padres primerizos realizado por Gottman y un equipo de especialistas del Relationship Research Institute (RRI), que el experto dirige en EE.UU.
Una investigación realizada con 218 parejas y publicada en 2009 por la Asociación Estadounidense de Psicología, en tanto, mostró que en comparación con las parejas que aún no tienen hijos, los padres primerizos tienen un repentino deterioro de su relación cuando nace el niño.
Guagua a bordo
¿Por qué es tan crítica esta etapa? Scott Stanley, director del Centro de Estudio de la Familia y el Matrimonio de la U. de Denver y autor del estudio, explica a "El Mercurio" que el período de ajuste entre ser sólo pareja a ser, además, padres es complejo. Y si el vínculo no es lo suficientemente estable, puede desencadenar una crisis en la relación.
"Algunas parejas carecen de herramientas para trabajar juntas en momentos de estrés, como son los primeros meses del bebé. Para ellas, lo ideal es planificar la llegada del niño, pero no es lo común. Por otro lado, al postergar la pasión -porque no existe el ideal romántico entre pañales-, menos horas de sueño y hacer las labores domésticas, muchos cónyuges experimentan una crisis de su compromiso", comenta Stanley.
Por esto, señala el doctor Arturo Roizblatt, académico de la U. de Chile y autor del libro "Terapia de familia y de pareja", la llegada del primer hijo es un verdadero desafío para la relación, ya que necesariamente habrá una postergación, momentánea, de la satisfacción marital por la parental. La pareja debe ser flexible como para reformular el tiempo juntos, los roles y la continuidad en la entrega del amor.
La llegada del primer hijo, explica a "El Mercurio" el doctor Renay Cleary, director de investigación del RRI, suele alterar la antigua dinámica de pareja. Ambos están centrados en el niño más que en sí mismos o en cuidar la relación.
Labores compartidas
Actualmente, tanto el padre como la madre trabajan; lo esperable, entonces, es la distribución armónica de roles. Un estudio realizado por la U. Brown (EE.UU.) mostró que un elemento clave en la decisión de las parejas para tener un hijo es la división del trabajo doméstico. Los expertos estudiaron a 256 parejas y observaron que el 81% de los matrimonios donde el hombre realizaba la mitad de las tareas del hogar tenían un segundo hijo.
La experiencia de Carolina (39 años, abogada) es ejemplificadora: "A pesar de habernos preparado con mi marido mucho tiempo para la llegada de nuestra hija (3 años), lo que uno espera y la realidad no siempre coinciden. Ambos sentimos una especie de abandono. Él por estudiar un magíster y no colaborar lo suficiente con la crianza y yo, por dedicarme 100% a nuestra hija y a mi trabajo", confiesa.
Todos estos elementos, concuerdan los expertos, aumentan la tensión y los conflictos: "Se hablan cada vez menos, dejan de tener relaciones sexuales y se ven desbordados por el trabajo abrumador que supone criar un hijo", dice John Gottman en el libro "Siete reglas de oro para vivir en pareja".
Afortunadamente, continúa el experto, tenemos 33% de parejas y matrimonios que sí superan satisfactoriamente la crisis del primer hijo. "Son parejas flexibles a los cambios, que sí o sí ocurrirán cuando una pareja decide tener un hijo" ( ver recuadro ).
Las cifras y numerosos estudios lo avalan: la llegada del primer hijo suele impactar la relación de pareja. Por eso, muchos autores, como John Gottman, uno de los más destacados especialistas en terapia de pareja del mundo, hablan de este período como la "crisis del primer hijo".
En efecto, cuando nace el primogénito, 66% de las parejas sufre una brusca caída de la felicidad. Las posibilidades de conflicto en la relación aumentan ocho veces después de tener al niño, reveló un estudio de padres primerizos realizado por Gottman y un equipo de especialistas del Relationship Research Institute (RRI), que el experto dirige en EE.UU.
Una investigación realizada con 218 parejas y publicada en 2009 por la Asociación Estadounidense de Psicología, en tanto, mostró que en comparación con las parejas que aún no tienen hijos, los padres primerizos tienen un repentino deterioro de su relación cuando nace el niño.
Guagua a bordo
¿Por qué es tan crítica esta etapa? Scott Stanley, director del Centro de Estudio de la Familia y el Matrimonio de la U. de Denver y autor del estudio, explica a "El Mercurio" que el período de ajuste entre ser sólo pareja a ser, además, padres es complejo. Y si el vínculo no es lo suficientemente estable, puede desencadenar una crisis en la relación.
"Algunas parejas carecen de herramientas para trabajar juntas en momentos de estrés, como son los primeros meses del bebé. Para ellas, lo ideal es planificar la llegada del niño, pero no es lo común. Por otro lado, al postergar la pasión -porque no existe el ideal romántico entre pañales-, menos horas de sueño y hacer las labores domésticas, muchos cónyuges experimentan una crisis de su compromiso", comenta Stanley.
Por esto, señala el doctor Arturo Roizblatt, académico de la U. de Chile y autor del libro "Terapia de familia y de pareja", la llegada del primer hijo es un verdadero desafío para la relación, ya que necesariamente habrá una postergación, momentánea, de la satisfacción marital por la parental. La pareja debe ser flexible como para reformular el tiempo juntos, los roles y la continuidad en la entrega del amor.
La llegada del primer hijo, explica a "El Mercurio" el doctor Renay Cleary, director de investigación del RRI, suele alterar la antigua dinámica de pareja. Ambos están centrados en el niño más que en sí mismos o en cuidar la relación.
Labores compartidas
Actualmente, tanto el padre como la madre trabajan; lo esperable, entonces, es la distribución armónica de roles. Un estudio realizado por la U. Brown (EE.UU.) mostró que un elemento clave en la decisión de las parejas para tener un hijo es la división del trabajo doméstico. Los expertos estudiaron a 256 parejas y observaron que el 81% de los matrimonios donde el hombre realizaba la mitad de las tareas del hogar tenían un segundo hijo.
La experiencia de Carolina (39 años, abogada) es ejemplificadora: "A pesar de habernos preparado con mi marido mucho tiempo para la llegada de nuestra hija (3 años), lo que uno espera y la realidad no siempre coinciden. Ambos sentimos una especie de abandono. Él por estudiar un magíster y no colaborar lo suficiente con la crianza y yo, por dedicarme 100% a nuestra hija y a mi trabajo", confiesa.
Todos estos elementos, concuerdan los expertos, aumentan la tensión y los conflictos: "Se hablan cada vez menos, dejan de tener relaciones sexuales y se ven desbordados por el trabajo abrumador que supone criar un hijo", dice John Gottman en el libro "Siete reglas de oro para vivir en pareja".
Afortunadamente, continúa el experto, tenemos 33% de parejas y matrimonios que sí superan satisfactoriamente la crisis del primer hijo. "Son parejas flexibles a los cambios, que sí o sí ocurrirán cuando una pareja decide tener un hijo" ( ver recuadro ).
Fuente:
Diario El Mercurio
18/09/09
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