martes, 11 de agosto de 2009

La educación de los hijos


La primera base educadora y primer bastión de los niños es el hogar y los padres los responsables de su crianza y educación, y hasta ahí todos conformes. Después es la escuela en donde el niño y niña, juntos o separados, reciben educación y cultura, y como tercer exponente la sociedad establecida, ésta más influyente en esos críos inexpertos. Y de esa manera y en esos ambientes, si es que todo funciona como debiera, los niños más o menos inteligentes, más o menos inquietos se van adaptando a las obediencias que les corresponden, llegando a formarse como hombres y mujeres de bien y también de provecho. ¿Pero qué sucede ahora en realidad? Que las órdenes dictadas de los que están en el poder tienen mayores incidencias que la educación de los padres y de los maestros, siendo enormes las influencias, ya que los niños y jovencitos pueden coaccionar a sus padres, tachándoles de dictadores, cuando les castiguen o corrijan debido a su mal comportamiento o sean objeto de una regañina, que a ellos les parezca abusiva, y si se atreven a darles un cachete, para que en un determinado momento reaccionen, les gritan o les dejan castigados, ellos, en su rebeldía incontrolada, se amparan en las normas dictadas para el menor y pueden cursar una denuncia en contra de sus progenitores.Se pretende establecer por todos los medios una ley que despenalice el aborto no justificado de una manera médica o judicial en que la menor cuando tenga dieciséis años pueda decidir interrumpir el embarazo o continuar con él, porque esa será su determinación, lo deseen o no los padres, o sea haciéndolas independientes para tomar sus propias decisiones en casos tan peligrosos y de tanta importancia moral, en tan corta edad, porque eso puede tener, en algunos casos, enormes secuelas.Y nos quedamos absortos cuando niños y niñas de catorce, quince o pocos años más, y otros menores de edad, forman parte de esas reuniones de fines de semana llamadas del botellón, en donde beben alcohol aunque no haya sido comprado por ellos, fuman su porrito y en algunas ocasiones algo más peligroso, y en esas euforias se pueden entregar a una vida sexual irresponsable, temiéndose después el embarazo o pudiera ser que hasta una enfermedad por contagio sexual. Pero hay algunas avispadas que se creen a salvo recordando ese dicho de póntelo y pónselo refiriéndose al preservativo, y es ahí cuando se comienza a establecer una vida completamente descontrolada.Y si todo lo que se mueve y oculta por allí no está directamente permitido para menores es como si lo fuese, porque se suele hacer la vista gorda. Se están divirtiendo los jóvenes, y eso no tiene importancia alguna, ellos sabrán lo que hacen y más todavía los padres, que les permite a las niñas ir hasta allí, regresando a su domicilio pasadas las doce de la noche, las dos de la madrugada o por la mañana, con cualquier excusa que expongan, de estar con una amiga en su casa u otras cosas parecidas.Y son los padres, los maestros y también las autoridades locales los que deben velar por la formación de esos todavía niños y niñas, no dándoles alas para que puedan volar hasta donde quieran, haciendo lo que mejor le plazca, porque se sienten apoyados hasta en contra de sus padres, y eso no es una sociedad libre, sino una sociedad libertina, porque padres y maestros se consideran muchas veces impotentes para imponer sus acertados criterios o ser obedecidos. Y una niñez que así se comienza a formar, para ellos estupendas las normas, y más aún cuando se le permita hacer con su cuerpo lo que cada uno crea más conveniente.Cuando unos niños no se educan adecuadamente, ellos que todavía son irresponsables en sus decisiones, porque no tienen experiencias de la vida, creen que todo el monte es orégano, y cuando después de haber hecho una fechoría, de mayor o menor importancia, se les detiene, al ser por simples faltas, salen a la calle a la vez que las pareja de policías que les llevó hasta el juzgado, y es que de esa manera está todavía la ley del menor. ¿Y qué puede suceder entonces? Poco, porque al darse cuenta de que son menores y están exentos de ciertas penalizaciones, pueden hacer nuevas gamberradas sin temor alguno, llegando a mayores siendo delincuentes habituales, porque así se formaron.


Fuente:

Andaluciainformacion.es

11/08/09



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