lunes, 15 de junio de 2009

5 frases que los padres jamás debieran decir a sus hijos




Todos sabemos que los niños se impresionan fácilmente. Por esta razón, necesitan una cierta cantidad de estímulos y aprecio de parte de los adultos y principalmente de sus padres, de manera que puedan crecer y desarrollarse emocionalmente para convertirse en adultos saludables Según la doctora Brenda Hoffman, educadora y autora de varios artículos e investigaciones sobre el tema educativo, nuestros hijos son como esponjas que absorben todo lo bueno y lo malo que les decimos. “Cuando su hijo se saca una buena nota en su deber pero no la mejor ¿suele usted preguntarle por qué no se sacó la mejor nota? Muchos de nosotros nos damos cuenta algo tarde de haber cometido ese error y, si bien es cierto todos los padres esperamos la calificación más alta, no estamos siendo conscientes de que nuestros hijos hacen un gran esfuerzo y una nota algo menor no es el fin del mundo. Debemos pensar en esto cada vez que nos enfrentamos a triunfos y fracasos de nuestros pequeños pues, para ellos, lo que decimos o dejamos de decir cuenta mucho. Si nos mostramos insatisfechos con su esfuerzo, el niño o la niña empezará a pensar que no es capaz y esto puede llevarle a creer que no es inteligente ya que no podrá alcanzar una nota más alta. Una vez que estas ideas ingresan en la mente infantil, es muy posible que su deseo por aprender disminuya y que pierda la confianza en su habilidad para hacerlo. Este es solo un pequeño ejemplo de cuánto pueden afectar las palabras tanto para bien como para mal, causando por ende buenos resultados o daños, a veces, irreparables. Es un privilegio poder escoger nuestras frases, ¿lo hacemos pensando en palabras que servirán para robustecer su autoestima o las frases escogidas producirán cargas negativas que acabarán con la autoconfianza de los chicos?”, dice la experta.La mayoría de los padres quiere que sus hijos sean felices y que desarrollen una autoimagen positiva. Siendo este el caso, debemos evaluar cada palabra que pronunciamos cuando hablamos con nuestros hijos y evitar las siguientes frases claves:1 Esa horrible palabra: “cállate”. Quizás nuestros propios padres la usaron pero eso no quiere decir que esté bien hacerlo. No importa qué edad tenga la persona que recibe este comentario, pocas palabras son tan groseras e innecesarias como esta. Si nos detenemos por un momento y pensamos nos daremos cuenta de que hay muchas otras palabras o frases que podemos decir en lugar de “cállate”. No es tan difícil reformar el vocablo y ser más amables y hacerle un pedido comedido al niño: “¿puedes hacer silencio por favor?”. Si se ha caído en el mal hábito de decir a los hijos “cállate”, sepan que se puede corregirlo. Analicemos cómo nos hemos sentido cuando alguien nos ha dicho “cállate”. Seguramente no desearíamos que nuestros hijos sientan lo que nosotros sentimos cuando escuchamos esa demanda, en especial cuando viene de nuestros progenitores.2 Otra frase tentadora es “porque yo lo digo”. A veces es difícil, nos provoca contestar los constantes “¿por qués” de nuestros hijos con la simple frase “porque yo lo digo”. En la mayoría de los casos posiblemente ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos haciendo, sucede inocentemente. Quizás ni siquiera hemos estado pensando en decirlo cuando de repente la frase sale de nuestros labios como si nada. Pero todos recordamos haberla odiado cuando éramos niños y no hay razón para continuar con esa mala costumbre. Debemos intentar siempre explicar nuestras decisiones a los hijos, pues esto incluso nos ayuda a comprender por qué a veces tenemos que decirles que no a algo.3 “Espera a que tu papá/mamá llegue a casa...”. Esta es otra frase atormentadora. No hay quien no recuerde con horror aquella sentencia salida de boca de papá o mamá que pedía que esperemos la llegada de uno o de otro para que podamos ver de lo que era capaz... Cuando los niños escuchan frases como esta no paran de llorar y empiezan a pedir perdón desesperados, lo cual no es bueno. Por ello, conviene tratar primero de calmarse cuando algo que hacen los chicos nos molesta extremadamente y admitir que estamos demasiado furiosos como para disciplinarlos en ese instante. Esto nos ayudará a no decir o hacer algo de lo que podamos arrepentirnos. “Como padres debemos también recordar que usar al otro progenitor como amenaza nunca es una buena idea pues no es justo que sea el otro o la otra quien deba enfrentar la situación cuando llega a casa agotado/a quizás después de un día difícil en su trabajo”, comenta la especialista.4 “Te voy a dar algo que de verdad te haga llorar”. Una frase sin sentido que ha sido usada por los padres a lo largo de la historia. Como adultos debemos meditar sobre lo absurda y hueca que esta frase es. Nuestros hijos en verdad lloran porque quieren algo que nosotros les impedimos tener. En sus mentes infantiles ellos ya tienen suficientes razones para llorar y no necesitan algo adicional como una nalgada o un castigo para agravar aún más su frustración y dolor, esto solo empeora las cosas.5 Y queda otra más... “mientras vivas bajo mi techo”. ¿Qué de bueno se podrá obtener de una frase como esta? En realidad para lo único que servirá es para que nuestros hijos quieran abandonar el hogar tan pronto como sea posible y para que nos recuerden con temor, rabia y resentimiento por toda una eternidad. Cuando los hijos llegan a la adolescencia empiezan a tomar todo lo que decimos de manera literal, así que cuando les decimos “mientras vivas bajo mi techo”, debemos estar preparados para que ellos se vayan de la casa en ese instante.Es comprensible que existan situaciones conflictivas que ameriten confrontaciones con los hijos a lo largo de su desarrollo. En ocasiones hasta pudieran subir de tono pero, como padres, es nuestra responsabilidad detenernos a considerar primero nuestras palabras antes de que salgan de nuestra boca pues entonces no las podremos recoger. Los niños son seres que se están formando y por tanto sus sentimientos y egos son muy frágiles y, aun cuando nuestros hijos no actúen como si así fuera, están desesperados por conseguir nuestra aceptación. Debemos ser muy cuidadosos y pensar muy bien en lo que les decimos y, más importante aún, en cómo lo decimos.

Fuente:

El Comercio.com

15/06/09



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