Por muchos años y durante varias generaciones, a los hijos varones se les crió bajo una premisa básica: "los hombres no lloran". Padres y madres -particularmente los primeros- se encargaron así de hacerles saber a sus pequeños que las emociones eran terreno exclusivo de las mujeres, de modo que eso de conmoverse con una película sensiblera o derramar lágrimas por una ruptura amorosa era cosa sencillamente impensable.
Los saldos negativos de este modelo machista fueron muchos, no obstante, los expertos en la conducta aseguran que uno de los más evidentes -y desfavorables- fue aquel que convirtió la relación padre-hijo en una poco afectiva y, en ocasiones, hasta distante. Lo curioso es que si bien en la mayoría de los casos existía un gran amor, la realidad es que la mentalidad "chapada a la antigua" impedía, por ejemplo, que éstos se saludaran con un beso en la mejilla o, simplemente, discutieran sin tapujos sus sentimientos.
"La cultura nos enseñó que el hombre no es expresivo, así que se promovía que éste fuera más parco, frío y seco en su relación afectiva si se comparaba con la mujer", explica el psicólogo Carlos Sosa. "Hoy día, afortunadamente, las reglas a ese respecto se han ido flexibilizando bastante, por lo que ya vemos cómo estos padres de una nueva generación son más expresivos afectivamente con sus varones", afirma el especialista.
El nuevo esquema de paternidad es, sin duda, mucho más saludable, incluso para el bienestar físico. Al estar en sintonía con su lado sentimental, los "papás modernos" -como les llama el Dr. Sosa- son más cariñosos en su rol paternal, se envuelven más en la crianza de sus hijos y hasta participan más activamente en la toma de decisiones domésticas. A nivel corporal, el galeno revela que dar rienda suelta a las emociones y afectos se traduce en una mejor calidad de vida, puesto que previene diversas complicaciones a la salud.
"El hecho de que los hombres repriman sus emociones les puede causar problemas físicos como úlceras e, inclusive, ataques cardiacos, que son una causa importante de muerte en la población masculina", precisa el también ex presidente de la Asociación de Psicología de Puerto Rico. "Hay proposiciones teóricas que explican, de hecho, que los hombres viven en promedio nueve años menos que las mujeres posiblemente porque ellos no tienen esa válvula de escape de comunicar las emociones y expresarse afectivamente, a diferencia de ellas", señala.
Como consideraciones generales para desarrollar una relación sana con los hijos, el Dr. Sosa recalca la importancia de que los padres fomenten un clima afectuoso y de confianza en el hogar. De esta forma, apunta el experto, los pequeños y adolescentes de la familia verán al papá no sólo como la figura de autoridad, sino también como una persona accesible que siempre está ahí para ellos.
Fuente:
Primera Hora.com
19/06/09
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