NUEVA YORK (Money Magazine) — Dalyn Fountain, de catorce años, tiene todo lo que necesita un adolescente hoy: su propio teléfono celular, un iPod, una laptop nueva y televisión por cable en su recámara. Hasta hace poco, ella contaba con su propia línea de crédito en el Banco de Papá & Mamá (sin necesidad de pagarles).
"Normalmente le dábamos dinero para que fuera al centro comercial y actualizara su guardarropa con lo nuevo de Abercrombie y Aeropostale", confiesa su mamá, Donna Kornegay de 41 años, directora de bienestar en una Facultad de Derecho en Durham, Carolina del Norte.
Pero, con el país en recesión, Donna y su esposo Dexter, (padrastro de Dalyn), de 36 años, sienten la necesidad de cambiar sus hábitos para gastar, y francamente, sus hábitos en general. "Hemos sido extravagantes con nuestros hijos y con nosotros mismos", dice Donna. "Ahora nos estamos reajustando".
Para empezar, pusieron un alto a las salidas e instituyeron una cuota de 20 dólares a la semana para Dalyn, y de 3 dólares para su hermana Desmyn, de 6 años. El cambio no ha sido muy duro para Desmyn, quien no ha comenzado con sus visitas frecuentes al centro comercial, pero para Dalyn, esta cosa nueva a la que llaman "presupuesto" no es muy divertida. "Es difícil", dice. "Es como si estuviera comprando y comprando y comprando y, de pronto, ya no".
Los Kornegay son una de muchas familias que se están familiarizando con una palabra pequeña pero poderosa: no. No a las fiestas de cumpleaños extravagantes, no a otro iPod para remplazar el que perdiste, no a que tus hijos tomen tu tarjeta de crédito para ir de compras a J. Crew.
En una encuesta reciente de Money, 54% de los padres admitieron que sus hijos tienen muchas cosas. Asimismo, más de la mitad dijo que dada la crisis económica, gastarán menos en sus hijos en los próximos años. En pocas palabras, la corrección del mercado de acciones podría llevar a una corrección en los valores financieros bajo los que educamos a nuestros hijos.
"Los padres ya se dieron cuenta de las desventajas de darle a sus hijos todo lo que quieren", dijo Nathan Dungan, entrenador financiero y autor de "Hijos pródigos y niñas materiales" (Prodigal Sons and Material Girls). Primero que nada, es costoso cumplir todos los caprichos de los niños; este costo es más difícil de pagar en una economía de ansiedad. Al ser sobre indulgentes, corren el riesgo de criar hijos que no entenderán el valor de un dólar o no obtendrán las habilidades necesarias para manejar su vida fuera del presupuesto que le den sus padres. Esto puede generar malos hábitos, como dependencia de las tarjetas bancarias más adelante.
¿Están listos para unirse a la ola de padres que están cambiando sus hábitos? Prepárense: hacer que sus hijos, sobre todo los adolescentes, acepten una nueva realidad menos indulgente puede ser un reto. Las siguientes estrategias te ayudarán a afrontarlo:
Sal del juego
Es fácil tener malos hábitos en cuanto a lo que gastas en tus hijos (a pesar de que digan que la intención es lo que cuenta). El primer paso para corregir este tipo de comportamientos es identificándolos. Sé honesto contigo mismo sobre por qué y cómo has estado malcriando a tu hijo: ¿normalmente cedes ante las peticiones de tus hijos con dinero o con cosas?, ¿dejas que usen tu tarjeta de crédito sin problemas? También piensa en por qué has estado malcriando a tu hijo (puedes empezar a preguntarte qué valores monetarios te enseñaron tus padres) y las consecuencias que tendría no dejar de hacerlo.
"Mi generación tenía el dinero muy apretado", dice Susan Basso, de 56 años, de Montclair, Nueva Jersey, madre de Julia, de 18 años. "Así que cuando tuvimos la capacidad de darle cosas a nuestra hija, quisimos darle todo". Esto implicó clases de música, de equitación, de patinaje y de tenis. Después, llegaron los regalos, como una bolsa de 1,700 dólares que le compraron en una ida de compras regular.
"En retrospectiva, no le hice ningún favor", dice Susan, quien está preocupada por cómo es que su hija manejará su dinero cuando vaya a la universidad este otoño. A Julia también le preocupa. "Soy pésima con el dinero", dice. "Mis papas se esforzaron por tener todo lo que tienen pero ahora yo no tengo sentido de la realidad".
Sé parte del equipo de papá y mamá.
Asegúrate de estar en la misma sintonía con tu pareja "o los niños los pondrán en contra del otro", advierte Dungan. Elona Washington, de 37 años, de Wylie, Texas, sabe esto por experiencia. Tras perder su empleo, Elona le dijo a su hija, Brynna, ahora de 17 años, que ya no tenía las tarjetas de crédito ilimitadas de mamá, así que Brynna fue con su padrastro "y ella obtiene todo lo que quiere de él", dice Elona con pesar. Si sigue así, como dice Jon Gallo, coautor de "Niños con Cuchara de Plata", (Silver Spoon Kids) junto con su esposa Eileen, Brynna "nunca aprenderá las consecuencias de no ahorrar".
Siéntense como pareja para hablar de los pasos que tomarán con sus hijos (usen las ideas de este artículo y de otros como guía), y prometan que consultarán con el otro antes de salirse del plan.
Suban a los niños a bordo
Ya que están cambiando las reglas del juego, es crucial hablar con tus hijos sobre cómo cambiará la vida de aquí en adelante. Hazles saber que quieres que desarrollen aptitudes importantes sobre el dinero y el ahorro, lo cual no se logrará a menos que tú cambies lo establecido.
Si tu hijo es mayor, sé franco: dile que la economía te hace sentir más vulnerable, o que el que su papá haya perdido su empleo significa que no puedes gastar como antes. Incluso puedes confesarle que gastaste de más en épocas buenas y ahora te arrepientes.
"Integra a tus hijos a la discusión", dice Sharon M. Danes, profesora de economía familiar en la Universidad de Minnesota. Stephen Leonard y Kimberly Jeffries Leonard, de 48 y 46 años de Washington D.C., tuvieron este tipo de conversaciones con sus hijos Víctor y Alexander, de 12 y 8 años a la hora de cenar. Pidieron retroalimentación a sus hijos, quienes "tuvieron muy buenas ideas", dijo Kimberly, por ejemplo, "dijeron que cambiarían sus juegos viejos de PSP por los nuevos que quieren".
Pasa el dinero del presupuesto
Una de las mejores formas de enseñarles a los hijos sobre recursos limitados es hacer que manejen su propio dinero.
Para los niños más pequeños, esto significa una mesada y la responsabilidad de cada gasto, por ejemplo, música de iTunes que antes era financiada por ti, como dice Jon Gallo.
Para los adolescentes: auméntales la mesada y hazlos responsables de la mayoría de sus gastos (películas, gastos del coche, etcétera.). Tal vez será necesario que se ganen parte del dinero que necesiten. También dejen en claro qué gastos cubrirás tú y hasta qué punto (ejemplo: 100 dólares al mes en ropa).
Tal vez descubras a tus hijos gastadores convertidos en unos avaros con su propio dinero. Aunque aún no llega a ese punto, Dalyn Fountain está aprendiendo rápido sobre la necesidad de administrar su dinero. "Me lo dan el viernes, pero luego llega el sábado y voy al centro comercial. Esta semana se me acabó en, qué, ¿un día?".
Haz que trabajen por lo que quieren.
Si tus hijos han recibido casi todo lo que piden, no entenderán la relación entre esfuerzo y recompensa. Para que aprendan esta lección, haz que se ganen las cosas que quieren.
Para los más pequeños: ofréceles un pago por hacer cosas fuera de sus tareas comunes, dice Eileen Gallo.
Para los adolescentes: aliéntalos a obtener un trabajo de medio tiempo, como lo hicieron los padres de Julia Basso. Ahora que ella tiene un trabajo regular de niñera, Julia comenzó a entender que es más difícil ganar dinero que gastarlo. "Estoy orgulloso de ella", dice su papá, George. "Antes éramos su banco, pero ahora ella se encarga de sus gastos diarios".
No dejes que gane el drama
Llega un punto en el que todas las familias escuchan: "¡pero todos los demás tienen uno!". Trina Giusti, de 35 años, de Chandler, Arizona, ya lo escuchó. "Mi hija de diez años realmente quiere un celular, dice que es la única niña de quinto año que no tiene uno". Primero, revisa la realidad, ayuda a tu hijo a entender por qué podría parecer que todo mundo tiene uno cuando no es cierto.
Si decides sí comprar el artículo, explícale que los recursos limitados requieren un sacrificio: tener esto significa no tener algo más. Así que cuando tu hijo te diga que quiere una patineta de 60 dólares, dile "¿pero no que querías unos tenis nuevos? Sólo puedo gastar 60 dólares, ¿qué prefieres?".
Si no vas a comprar el artículo, explícale por qué. Giusti le dijo a su hija Gabriela cuánto cuesta un plan de celular. Pero alienta a tus hijos a que ahorren para comprar sus cosas, y considera hacerles un ofrecimiento de igualarles sus ahorros. Por muy mal que te sientas, no cedas, porque al hacerlo estás enviando mensajes mezclados y les enseñas a que insistir funciona.
Donna Kornegay se siente muy cómoda fijando límites, sobre todo ahora que ya vio los resultados. "Ahora las niñas entienden que tienen que trabajar por lo que ganan o no podrán obtener las cosas que quieren". Papás: afinen sus gargantas, pueden decirlo también: No.
"Normalmente le dábamos dinero para que fuera al centro comercial y actualizara su guardarropa con lo nuevo de Abercrombie y Aeropostale", confiesa su mamá, Donna Kornegay de 41 años, directora de bienestar en una Facultad de Derecho en Durham, Carolina del Norte.
Pero, con el país en recesión, Donna y su esposo Dexter, (padrastro de Dalyn), de 36 años, sienten la necesidad de cambiar sus hábitos para gastar, y francamente, sus hábitos en general. "Hemos sido extravagantes con nuestros hijos y con nosotros mismos", dice Donna. "Ahora nos estamos reajustando".
Para empezar, pusieron un alto a las salidas e instituyeron una cuota de 20 dólares a la semana para Dalyn, y de 3 dólares para su hermana Desmyn, de 6 años. El cambio no ha sido muy duro para Desmyn, quien no ha comenzado con sus visitas frecuentes al centro comercial, pero para Dalyn, esta cosa nueva a la que llaman "presupuesto" no es muy divertida. "Es difícil", dice. "Es como si estuviera comprando y comprando y comprando y, de pronto, ya no".
Los Kornegay son una de muchas familias que se están familiarizando con una palabra pequeña pero poderosa: no. No a las fiestas de cumpleaños extravagantes, no a otro iPod para remplazar el que perdiste, no a que tus hijos tomen tu tarjeta de crédito para ir de compras a J. Crew.
En una encuesta reciente de Money, 54% de los padres admitieron que sus hijos tienen muchas cosas. Asimismo, más de la mitad dijo que dada la crisis económica, gastarán menos en sus hijos en los próximos años. En pocas palabras, la corrección del mercado de acciones podría llevar a una corrección en los valores financieros bajo los que educamos a nuestros hijos.
"Los padres ya se dieron cuenta de las desventajas de darle a sus hijos todo lo que quieren", dijo Nathan Dungan, entrenador financiero y autor de "Hijos pródigos y niñas materiales" (Prodigal Sons and Material Girls). Primero que nada, es costoso cumplir todos los caprichos de los niños; este costo es más difícil de pagar en una economía de ansiedad. Al ser sobre indulgentes, corren el riesgo de criar hijos que no entenderán el valor de un dólar o no obtendrán las habilidades necesarias para manejar su vida fuera del presupuesto que le den sus padres. Esto puede generar malos hábitos, como dependencia de las tarjetas bancarias más adelante.
¿Están listos para unirse a la ola de padres que están cambiando sus hábitos? Prepárense: hacer que sus hijos, sobre todo los adolescentes, acepten una nueva realidad menos indulgente puede ser un reto. Las siguientes estrategias te ayudarán a afrontarlo:
Sal del juego
Es fácil tener malos hábitos en cuanto a lo que gastas en tus hijos (a pesar de que digan que la intención es lo que cuenta). El primer paso para corregir este tipo de comportamientos es identificándolos. Sé honesto contigo mismo sobre por qué y cómo has estado malcriando a tu hijo: ¿normalmente cedes ante las peticiones de tus hijos con dinero o con cosas?, ¿dejas que usen tu tarjeta de crédito sin problemas? También piensa en por qué has estado malcriando a tu hijo (puedes empezar a preguntarte qué valores monetarios te enseñaron tus padres) y las consecuencias que tendría no dejar de hacerlo.
"Mi generación tenía el dinero muy apretado", dice Susan Basso, de 56 años, de Montclair, Nueva Jersey, madre de Julia, de 18 años. "Así que cuando tuvimos la capacidad de darle cosas a nuestra hija, quisimos darle todo". Esto implicó clases de música, de equitación, de patinaje y de tenis. Después, llegaron los regalos, como una bolsa de 1,700 dólares que le compraron en una ida de compras regular.
"En retrospectiva, no le hice ningún favor", dice Susan, quien está preocupada por cómo es que su hija manejará su dinero cuando vaya a la universidad este otoño. A Julia también le preocupa. "Soy pésima con el dinero", dice. "Mis papas se esforzaron por tener todo lo que tienen pero ahora yo no tengo sentido de la realidad".
Sé parte del equipo de papá y mamá.
Asegúrate de estar en la misma sintonía con tu pareja "o los niños los pondrán en contra del otro", advierte Dungan. Elona Washington, de 37 años, de Wylie, Texas, sabe esto por experiencia. Tras perder su empleo, Elona le dijo a su hija, Brynna, ahora de 17 años, que ya no tenía las tarjetas de crédito ilimitadas de mamá, así que Brynna fue con su padrastro "y ella obtiene todo lo que quiere de él", dice Elona con pesar. Si sigue así, como dice Jon Gallo, coautor de "Niños con Cuchara de Plata", (Silver Spoon Kids) junto con su esposa Eileen, Brynna "nunca aprenderá las consecuencias de no ahorrar".
Siéntense como pareja para hablar de los pasos que tomarán con sus hijos (usen las ideas de este artículo y de otros como guía), y prometan que consultarán con el otro antes de salirse del plan.
Suban a los niños a bordo
Ya que están cambiando las reglas del juego, es crucial hablar con tus hijos sobre cómo cambiará la vida de aquí en adelante. Hazles saber que quieres que desarrollen aptitudes importantes sobre el dinero y el ahorro, lo cual no se logrará a menos que tú cambies lo establecido.
Si tu hijo es mayor, sé franco: dile que la economía te hace sentir más vulnerable, o que el que su papá haya perdido su empleo significa que no puedes gastar como antes. Incluso puedes confesarle que gastaste de más en épocas buenas y ahora te arrepientes.
"Integra a tus hijos a la discusión", dice Sharon M. Danes, profesora de economía familiar en la Universidad de Minnesota. Stephen Leonard y Kimberly Jeffries Leonard, de 48 y 46 años de Washington D.C., tuvieron este tipo de conversaciones con sus hijos Víctor y Alexander, de 12 y 8 años a la hora de cenar. Pidieron retroalimentación a sus hijos, quienes "tuvieron muy buenas ideas", dijo Kimberly, por ejemplo, "dijeron que cambiarían sus juegos viejos de PSP por los nuevos que quieren".
Pasa el dinero del presupuesto
Una de las mejores formas de enseñarles a los hijos sobre recursos limitados es hacer que manejen su propio dinero.
Para los niños más pequeños, esto significa una mesada y la responsabilidad de cada gasto, por ejemplo, música de iTunes que antes era financiada por ti, como dice Jon Gallo.
Para los adolescentes: auméntales la mesada y hazlos responsables de la mayoría de sus gastos (películas, gastos del coche, etcétera.). Tal vez será necesario que se ganen parte del dinero que necesiten. También dejen en claro qué gastos cubrirás tú y hasta qué punto (ejemplo: 100 dólares al mes en ropa).
Tal vez descubras a tus hijos gastadores convertidos en unos avaros con su propio dinero. Aunque aún no llega a ese punto, Dalyn Fountain está aprendiendo rápido sobre la necesidad de administrar su dinero. "Me lo dan el viernes, pero luego llega el sábado y voy al centro comercial. Esta semana se me acabó en, qué, ¿un día?".
Haz que trabajen por lo que quieren.
Si tus hijos han recibido casi todo lo que piden, no entenderán la relación entre esfuerzo y recompensa. Para que aprendan esta lección, haz que se ganen las cosas que quieren.
Para los más pequeños: ofréceles un pago por hacer cosas fuera de sus tareas comunes, dice Eileen Gallo.
Para los adolescentes: aliéntalos a obtener un trabajo de medio tiempo, como lo hicieron los padres de Julia Basso. Ahora que ella tiene un trabajo regular de niñera, Julia comenzó a entender que es más difícil ganar dinero que gastarlo. "Estoy orgulloso de ella", dice su papá, George. "Antes éramos su banco, pero ahora ella se encarga de sus gastos diarios".
No dejes que gane el drama
Llega un punto en el que todas las familias escuchan: "¡pero todos los demás tienen uno!". Trina Giusti, de 35 años, de Chandler, Arizona, ya lo escuchó. "Mi hija de diez años realmente quiere un celular, dice que es la única niña de quinto año que no tiene uno". Primero, revisa la realidad, ayuda a tu hijo a entender por qué podría parecer que todo mundo tiene uno cuando no es cierto.
Si decides sí comprar el artículo, explícale que los recursos limitados requieren un sacrificio: tener esto significa no tener algo más. Así que cuando tu hijo te diga que quiere una patineta de 60 dólares, dile "¿pero no que querías unos tenis nuevos? Sólo puedo gastar 60 dólares, ¿qué prefieres?".
Si no vas a comprar el artículo, explícale por qué. Giusti le dijo a su hija Gabriela cuánto cuesta un plan de celular. Pero alienta a tus hijos a que ahorren para comprar sus cosas, y considera hacerles un ofrecimiento de igualarles sus ahorros. Por muy mal que te sientas, no cedas, porque al hacerlo estás enviando mensajes mezclados y les enseñas a que insistir funciona.
Donna Kornegay se siente muy cómoda fijando límites, sobre todo ahora que ya vio los resultados. "Ahora las niñas entienden que tienen que trabajar por lo que ganan o no podrán obtener las cosas que quieren". Papás: afinen sus gargantas, pueden decirlo también: No.
Fuente:
CNNExpansion.com
02/06/09
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