E s normal que los padres no estén de acuerdo en todo y discutan constantemente sobre asuntos relacionados con el dinero, las tareas domésticas o cómo pasar el tiempo libre con sus hijos. Tal vez discrepen en torno a cosas importantes como las decisiones que necesitan tomar sobre la familia o por cosas tan insignificantes como qué hay para cenar o a qué hora llega alguien a casa.
No se puede estar todo el tiempo de acuerdo pero se debe saber hablar con tranquilidad, dándose mutuamente la oportunidad de expresar diversos puntos de vista.
Pero si sucede lo contrario y el diálogo se torna en un ambiente violento con insinuaciones de palabras inadecuadas, entonces los hijos experimentan gran preocupación incertidumbre y angustia.
En este sentido, la fantasía de los niños no tiene límites, por lo cual llegan a imaginar o suponer cosas que a menudo están alejadas de la realidad, tal como culparse por los pleitos en casa, plantearse un conflicto de lealtades hacia alguno de los padres y hasta el temor hacia la separación o el divorcio.
Los niños aprenden más de los comportamientos y actitudes que de las justificaciones que se les brinden ante tales situaciones. Al discutir severamente frente a los chicos se le está enseñando a la falta de control, la imprudencia, la intolerancia y la agresividad, además de afectar su autoestima, seguridad y confianza.
En esta edición compartimos algunas recomendaciones y sugerencias de los expertos para ayudarles a evitar situaciones que afecten el normal desarrollo emocional de sus hijos.
No se puede estar todo el tiempo de acuerdo pero se debe saber hablar con tranquilidad, dándose mutuamente la oportunidad de expresar diversos puntos de vista.
Pero si sucede lo contrario y el diálogo se torna en un ambiente violento con insinuaciones de palabras inadecuadas, entonces los hijos experimentan gran preocupación incertidumbre y angustia.
En este sentido, la fantasía de los niños no tiene límites, por lo cual llegan a imaginar o suponer cosas que a menudo están alejadas de la realidad, tal como culparse por los pleitos en casa, plantearse un conflicto de lealtades hacia alguno de los padres y hasta el temor hacia la separación o el divorcio.
Los niños aprenden más de los comportamientos y actitudes que de las justificaciones que se les brinden ante tales situaciones. Al discutir severamente frente a los chicos se le está enseñando a la falta de control, la imprudencia, la intolerancia y la agresividad, además de afectar su autoestima, seguridad y confianza.
En esta edición compartimos algunas recomendaciones y sugerencias de los expertos para ayudarles a evitar situaciones que afecten el normal desarrollo emocional de sus hijos.
Fuente:
La Estrella
25/06/09
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